Artículo de opinión de Javi González ‘Viza’ publicado en la revista de marzo
La pandemia animalista hace tiempo que se instauró en la administración pública, el lobby allanó el camino para penetrar en el poder a través de diversos partidos. Para el nuevo puritanismo, no existe la posibilidad de libertad de pensamiento o actuación, si no eres de los suyos, eres un elemento que urge combatir con todas las armas. La Guerra Santa a la Tauromaquia ya hace tiempo que empezó; el virus animalista es igual de letal que el del coronavirus.
Esta policía del pensamiento nos dicta las reglas de comportamiento y nos dice qué es cultura y qué no; estos furibundos actúan desde el desprecio personal por los aficionados con insultos en redes, intimidación en los aledaños de una plaza de toros, descalificaciones morales y todo tipo de improperios, hasta la irracional denegación de ayudas que se conceden a todas las ganaderías, menos a las de bous al carrer; una decisión deshumanizada y despótica que ordenó la consellera Mireia Mollà, de Compromís. Le pudo más su ideología que su deber, que es servir. Y esta dictadura progre es un peligro para la fiesta y, por ende, para el conjunto de la sociedad.
Antitaurinos ha habido siempre, pero los de antes se diferencian a los de hoy por la calidad intelectual y humana. Incluso el Papa Pío V prohibió los toros en el siglo XVI porque no le parecía bien que las personas pusieran en riesgo sus vidas; al menos, esta prohibición ponía al hombre en el centro del debate, y no equiparaba la dignidad animal a la humana.
Los aficionados debemos hacer frente a esta actitud caciquil, no podemos permitir que continúe esta hecatombe. Los propios animalistas están matando a los animales desde su despacho. Y la afición calla, vivimos en una sociedad acomplejada y decimos con la boca pequeña que somos taurinos, tenemos miedo a las etiquetas y con esta baraja juegan con ventaja los animalistas. Debemos sentirnos orgullosos de ser taurinos y de defender nuestro acervo cultural. La fiesta de los toros es cultura, le pese a quien le pese.
Pero, ¿pueden estos animalistas prohibir los toros desde un ayuntamiento o comunidad autónoma?
La fiesta de los toros está protegida por tres importantes leyes ordinarias estatales: La Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural; la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, y la Ley 10/1991, de 4 de abril, de potestades administrativas relacionadas con la preparación, organización y celebración de los espectáculos taurinos. Además, previo a estas leyes, la Constitución Española, en su artículo 149.2, obliga al Estado a considerar el servicio de la cultura como deber y atribución esencial. Por todo ello, las comunidades autónomas, no pueden llevar a cabo una medida prohibitiva bajo ningún concepto, tan sólo pueden regular el desarrollo de los festejos, por ejemplo, estableciendo un límite de edad o cualquier otra norma que regule, pero que nunca prohíba, pues es una competencia concurrente del Estado que responde también al cumplimiento del artículo 46 de la C. E. “Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España”.
Los taurinos tenemos la obligación moral y ética de defender los toros, tenemos razones y argumentos de peso para justificar con orgullo nuestras tradiciones, no sólo por ser cultura y patrimonio de todos los españoles, también jurídicamente. La cultura de un pueblo está más allá de la voluntad de los mandatarios de turno y el pueblo no ha delegado en sus gobernantes el poder de destruir los bienes que integran su patrimonio cultural. La cultura no se ha de reprimir, se ha de cuidar.