Artículo de opinión de Juanje Herrero (publicado en la revista Bous al Carrer del mes de mayo)
Mientras Tangana triunfa a ritmo de banda de Semana Santa, pasodoble y rumba, la vida pasa para un país que anhela toros. El estado de alarma acaba el próximo 9 de mayo, por lo tanto quedarían inhabilitadas las medidas de restricción que se tomaron (toque de queda, restricciones de movimiento, etc.) ¿Qué va a pasar?
La incertidumbre está sembrando la angustia en los corazones de aficionados, peñas, clubes taurinos y asociaciones de los bous al carrer. El tiempo pasa inexorablemente y en nuestra mente está la temporada de verano, la más importante para el circuito de los toros en las calles. Ahora mismo la calle y todas sus variantes es el sector más afectado de la tauromaquia sin lugar a duda. ¿Dónde está la Fundación del Toro de Lidia? Esa que se supone que esta para defender los intereses de toda la tauromaquia en cada una de sus vertientes. Pues en otro tipo de asuntos, porque el festejo popular no les interesa.
Estamos desamparados y desprotegidos por una administración complaciente y cobarde que tiene un afán recaudatorio y egoísta bastante evidente. Ahora mismo están latentes, desaparecidos en combate, no quieren conflictos, ni dolores de cabeza, pero que todo el mundo se acuerde el día que pidan los votos para su causa.
Entre Mónica Oltra y Mireia Mollà están arruinando una tradición centenaria en una comunidad que es algo más que playa y paella. Los pueblos huelen a pólvora en sus calles de cemento cuando un toro sale por la puerta de chiqueros. La economía que genera el festejo popular es tangible, evidente y palpable, pero “no hay más ciego que el que no quiere ver”.
¿Hasta cuándo tendremos que guardar las composturas y ser ciudadanos cívicos ante tal falta de respeto?
La falta de unión entre los empresarios taurinos de la Comunidad Valenciana para presionar a la administración es obvia. La falta de motivación también es evidente. Tal vez sea el hastío de la situación o el “costumbrismo” a una rutina brutal y monótona, pero lo que está claro que es el momento que se unan para empezar a ver festejos en una comunidad que los necesita.
La dificultad es evidente, el esfuerzo tal vez titánico pero para eso son taurinos. ¿Quién dijo que la vida fuera fácil? El afán de superación, esfuerzo y perseverancia siempre han formado parte de la idiosincrasia de la tauromaquia. El buque insignia de los valores, junto a la integridad y la honestidad, pero ya que a estos dos últimos normalmente los tienen muy olvidados, que por lo menos rescaten esos tres primeros para luchar por la que es la batalla más importante de la tauromaquia. Fuera las disputas e intereses propios, es hora de luchar por el festejo popular, por nuestras tradiciones.