Artículo de Javi González ‘Viza’ en la revista de febrero
La pandemia ha azotado fuerte a todos los sectores, pero si hay uno en especial que ha sido maltratado, ese ha sido el taurino, sobre todo, las ganaderías bravas. En la Comunitat Valenciana la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, concedió ayudas a todas las ganaderías menos a las que se dedican a la cría de reses bravas, haciendo alarde de su poder sectario. Tampoco dejaron trabajar a los ganaderos, prohibiendo los ‘bous al carrer’ por ‘salud’. Repartieron las ayudas entre las ganaderías que continuaban su actividad (las de alimentación), precisamente las que no cesaron su actividad. Tan incongruente como todo lo que hace esta bazofia de régimen.
Pero como esto es España, se les permite, se les paga y hasta se le vitorea al político que más insulte y ataque a nuestro país. Ahí está Garzón, el ministro de Consumo, aseverando que la carne de las ganaderías españolas es de mala calidad. Pero no pasa nada. Sabe que la Revolución Francesa es ya historia y que no le cortarán la cabeza como a Luis XVI. Todo lo contrario, los españoles le premiaremos con un ´sueldazo´. Vivimos tiempos de sociedades dormidas por la incultura, aborregadas y dóciles, sociedades fáciles de ser robadas, expoliadas, humilladas, alienadas, sin que haya un mínimo gesto de rebeldía. Y un pueblo sin cultura, es un pueblo sin identidad.
No se puede permitir que desde las altas esferas se maltrate al sector taurino directa o indirectamente. Que estos dos impresentables estén en el poder, uno en el Gobierno de España, y la otra en la Generalitat Valenciana, manifiesta que los españoles no votaron un gobierno tecnocrático, y que la ideología es muy importante, por lo que tenemos un serio problema.
Los aficionados, al fin y al cabo, sienten un vacío emocional si no hay toros, pero, ¿y los ganaderos, los impulsores del mundo rural, que cuidan a los animales 24 horas al día los 365 días del año? Ahí están, y encima, aguantando a estos ineptos.
Se nos olvida que el toro es EL REY, que es la base, que el toro bravo vive en un estado prácticamente primitivo, libre y salvaje en su hábitat natural, en un ecosistema feraz y sin peligros del que no disfruta ningún animal. El toro goza de un trato por parte del hombre que deberían conocer no sólo el Garzón y Mollà sino también los antitaurinos y los ecologistas que abogan por la supresión de la Fiesta y, por ende, por la aniquilación de esta especie única en el mundo.
En una sociedad democrática madura hay pluralidad de ideas, opiniones y sentimientos culturales y hemos de saber convivir todos en ellas. Estar continuamente pensando en cómo prohibir a los demás que ejerzan su derecho a la libertad cultural, bien atacando a nuestros festejos, o bien atacando a las ganaderías, revela un ánimo censor que es muy perjudicial para la convivencia. Y la censura sí que no es cultura.
Y todo este ‘performance’ también va a repercutir en la fiesta de los ‘bous al carrer’. Los continuos ataques de los mandamases y las consecuencias de la pandemia están pasando factura, y más lo sufriremos en años venideros. Muchos ganaderos tuvieron que reducir la camada y el número de madres, otros echaron parte de las vacas al toro manso (para no perder la subvención de la PAC) y todos estos ajustes se traducen en menos toros para 2024 y 2025. Y es aquí cuando entrará la Ley de la oferta y la demanda, el principio básico sobre el que se basa una economía de mercado. Toros más caros y, por tanto, menos pueblos celebrarán toros y, los que hagan, disminuirán los días. La fiesta de los toros no está en su mejor momento, y habrá que esperar mucho a que pase la tormenta y vuelva a brillar el sol.
Hay que despertar, los taurinos necesitamos una representación digna y una clase política que, al menos, conozca su cultura, pues, pese a quien le pese, la tauromaquia incluso está aún más asociada a la identidad nacional española que el béisbol a la de Estados Unidos. Pero como dijo el psicólogo y el escritor americano, Wayne Dyer, “El nivel más alto de ignorancia es rechazar algo de lo que no se sabe nada”.